“De todas las criaturas visibles sólo el hombre es «capaz de conocer y amar a su Creador»; es la «única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma»; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad: «¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; por amor lo creaste, por amor le diste un ser capaz de gustar tu Bien eterno» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13)..”[1]

INTRODUCCIÓN

No se nos pide que seamos inmaculados, pero sí que estemos siempre en crecimiento, que vivamos el deseo profundo de crecer en el camino del Evangelio, y no bajemos los brazos. Lo indispensable es que el predicador tenga la seguridad de que Dios lo ama, de que Jesucristo lo ha salvado, de que su amor tiene siempre la última palabra.[2]

OBJETIVO

Al finalizar el tema las parejas deberán:

1) Aprender cómo ve Jesús la vida de los más pequeños y como nos enseña a ver su vida.

2) Permitir que Jesús forme en nosotros una mirada de discípulo.

DESARROLLO

a) De acuerdo a las sesiones los objetivos se alcanzarán, como sigue:

Sesión 1 objetivos del 1 al 2

b) Las citas bíblicas para la sesión a fin de poderlas repartir entre las parejas que integran el grupo, son:

Sesión 1 Mc. 12,41-44;  Mc. 10, 13-16; Lc.6,20-23; Mt. 5, 1-16; Lc. 18, 15-17

 


[1] Catecismo de la Iglesia Católica 356

[2] EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS OBISPOS A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS A LAS PERSONAS CONSAGRADAS Y A LOS FIELES LAICOS, numero 151.



ORACIÓN INICIAL

LIBRA MIS OJOS DE LA MUERTE

Libra mis ojos de la muerte;

dales la luz que es su destino.

Yo, como el ciego del camino,

pido un milagro para verte.

 

Haz de esta piedra de mis manos

una herramienta constructiva;

cura su fiebre posesiva

y ábrela al bien de mis hermanos.

 

Que yo comprenda, Señor mío,

al que se queja y retrocede;

que el corazón no se me quede

desatendidamente frío.

 

Guarda mi fe del enemigo

¡tantos me dicen que estás muerto!

Tú que conoces el desierto,

dame tu mano y ven conmigo. Ver a Dios en la criatura ENCUENTRO CON LA

Amén.






4.1.1. ILUMINACIÓN.

La preocupación de Jesús fue manifestar al pobre que Dios lo ama: El pesebre, la vida en Nazaret, la Cruz, la vida entera de Jesús; es revelación del amor de Dios para los pequeños, para los pobres de la tierra. La evangelización de los pobres es para Jesús lo central de su misión.

Y para poder evangelizar a los pobres, Jesús estaba siempre atento a la vida de los pobres, de los más pequeños, en los que nadie se fija y muchos desprecian; como nos lo muestra el Evangelio en la ofrenda de la viuda pobre.  O cuando se acercaban a Jesús los niños pequeños (Mc. 10, 13-16) y el Pueblo (Lc.6, 20-23). La mirada de Jesús toca el corazón de la vida de los pobres.

Jesús aprendió del pueblo pobre, su resistencia ante el sufrimiento, su confianza en Dios, su capacidad para dar todo lo que se tiene con todo el corazón: “Esa viuda pobre, ha echado en la alcancía más que nadie se los aseguro... Dio todo lo que tenía para vivir".

Jesús educo a sus discípulos en esta atención constante a la vida de los pobres: en el pasaje de la viuda pobre vemos cómo Jesús llamó a sus discípulos y les enseña a fijarse en lo que ella hace, para que valoren estos gestos sencillos de la vida, en lo que se nos revela el corazón de los pobres.

Poco a poco, Jesús fue formando a sus discípulos en su manera de ver la realidad, para que la vieran con los ojos del Padre, con el corazón de Dios que es padre de los humildes y pequeños. Con un lenguaje sencillo y cercano, Jesús ayuda a los pobres a valorar su vida, a descubrir su dignidad de hijos de Dios y a reconocer la presencia del Reino de Dios en su hambre y sed de justicia, en su total confianza en Dios, en su capacidad para sufrir con el que sufre, en sus gestos de ayuda mutua, en todas las cosas pequeñas de su vida (Mt. 5, 1-16). Y Jesús les decía: (Lc. 18, 15-17).






 

4.1.2. CONCLUSIÓN.

Celebremos hoy a Jesús glorificado, proclamado Señor y Cristo Primogénito de muchos hermanos, garantía de las promesas que esperamos. Jesús sentado a la derecha del Padre, con el mismo poder y gloria. Como era hombre lo mataron; pero como poseía el Espíritu fue devuelto a la vida. Sentado a la derecha del Padre, espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Y el último enemigo dominado será la muerte. No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra, de modo que nosotros, miembros de su cuerpo, vivimos en ardiente esperanza de seguirlo a su Reino.

El Reino de Dios. Jesús Señor de la Historia que Él la conduce. Que Dios nos conceda espíritu de solidaria y luz en el corazón para descubrir cuál es la esperanza a la que nos llama, la riqueza que se nos da en herencia, su absoluto poder salvador para con nosotros, como lo manifestó resucitando Jesús y colocándolo por encima de los poderes que nos oprimen. Todo lo puso bajo sus pies, y a la Iglesia como cuerpo suyo. Quien entra en esta DINÁMICA, gusta ya del Reino de Dios, aunque su propio reino se hunda.

Que el Señor cure en nosotros todo orgullo triunfalista, al eliminar toda presunción de ser aprobados y honrados. Que cure todo sectarismo partidista, para evitar quien no tenga el mismo concepto del Reino que yo, sea marginado. Que cure decepciones y frustraciones, por qué el proyecto de Dios ha de surgir antes que mi propio proyecto.

ORACIÓN FINAL.

EN TIERRA EXTRAÑA PEREGRINOS

En tierra extraña peregrinos

con esperanza caminamos,

que, si arduos son nuestros caminos,

sabemos bien a dónde vamos.

En el desierto un alto hacemos,

es el Señor quien nos convida,

aquí comemos y bebemos

el pan y el vino de la Vida.

Para el camino se nos queda

entre las manos, guiadora,

la cruz, bordón, que es la vereda

y es la bandera triunfadora.

Entre el dolor y la alegría,

con Cristo avanza en su andadura

un hombre, un pobre que confía

y busca la ciudad futura.

Amén.