“«Liturgia» en el Nuevo Testamento es empleada para designar no solamente la celebración del culto divino, sino también el anuncio del Evangelio y la caridad en acto. En todas estas situaciones se trata del servicio de Dios y de los hombres. En la celebración litúrgica, la Iglesia es servidora, a imagen de su Señor, el único "Liturgo", al participar del sacerdocio de Cristo (culto), de su condición profética (anuncio) y de su condición real (servicio de caridad).”[1]
INTRODUCCIÓN
La palabra "Liturgia" significa originariamente "obra o quehacer público", "servicio de parte de y en favor del pueblo". En la tradición cristiana quiere significar que el Pueblo de Dios toma parte en "la obra de Dios" (cf. Jn 17,4). Por la liturgia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención.[2]
OBJETIVO
Al finalizar el tema las parejas podrán saber:
1)
Que es la Liturgia.
2) Identificar cómo se manifiesta Jesús en la Liturgia.
DESARROLLO
a)
De acuerdo a las sesiones los objetivos se
alcanzarán, como sigue:
Sesión 8 objetivos de 1 y 2
b) No se cuenta con citas bíblicas para el tema.
ORACIÓN INICIAL
ALTAR DE DIOS: EL CENTRO DE LA VIDA
Altar
de Dios: el centro de la vida
con el
Señor en medio de su pueblo,
mesa
del pan que a todos nos convida
a reunirnos en un mundo nuevo.
Altar
de Dios: la fuente de aguas vivas
para
saciar la sed del universo:
"Que
todos sean uno" en Jesucristo,
la oración del Señor, su testamento.
Pueblo
de Dios, escucha su palabra,
que
está el Señor presente entre los hombres;
pueblo
de Dios, camino de la patria,
convoca a la unidad a las naciones.
Venid
a la asamblea, de Dios es la llamada,
que
nadie quede fuera, de todos es la casa.
Miembros
de Cristo fieles, y de su amor testigos,
pueblo de Dios, de paz sediento y peregrino.
Pueblo
de Dios, escucha su palabra,
que
está el Señor presente entre los hombres;
pueblo
de Dios, camino de la patria,
convoca a la unidad a las naciones.
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
ILUMINACIÓN
Jesucristo está siempre presente en su Iglesia, pero principalmente en los actos litúrgicos. La presencia de Cristo en las diversas acciones litúrgicas es una presencia real, en el sentido propio y verdadero del término, y es fundamentalmente única, aunque se realiza de muchos y diversos modos.
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia, la SACROSANCTUM CONCILIUM, en el número 7, nos señala las presencias de Cristo en la Liturgia.
Así,
dice que está presente en el sacrificio de la Misa:
·
En la persona del
ministro, "ofreciéndose ahora por
ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz".
Más aún, es precisamente la presencia de
los ministros jerárquicos la que da su rostro verdadero y completo a la
asamblea litúrgica, ya que éstos no hacen más que realizar litúrgicamente la
presencia de Cristo como Cabeza de la Iglesia.
·
Sobre todo bajo
las especies eucarísticas. Se trata de una
presencia especialísima, real y substancial, ya que en ella "se hace
presente todo entero Cristo, Hombre-Dios». Sólo en el sacramento eucarístico el
signo sacramental está sujeto a aquella transformación particular que el
Magisterio de la Iglesia y la teología llaman "transubstanciación”.
·
También está
presente con su fuerza en los
Sacramentos. Los sacramentos deben considerarse como actualización del
misterio pascual de Cristo. Pero en el sacramento eucarístico la presencia
operativa de Cristo está directamente ligada a su presencia substancial bajo
las especies de pan y vino.
·
Está también
presente en su Palabra, pues cuando se
lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla. La proclamación de
la Palabra del Señor es un memorial, un anuncio eficaz, en el que se hace
presente la realidad anunciada: la palabra es signo eficaz de la presencia
operativa de Cristo.
· Está presente en la Iglesia ─pueblo─ suplica y canta salmos, el mismo que prometió: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos". Cristo está presente en los fieles que vienen a la asamblea litúrgica, pero su reunión conjunta en el nombre de Jesús produce, en virtud de la fe y de la caridad común, una intensificación de la presencia de Cristo en ellos. Cada uno de los cristianos es ya templo de Dios. La asamblea que los reúne es de manera particular el templo de Dios, el templo del nuevo culto.
Así pues, son diversos los signos litúrgicos que aparecen en las acciones litúrgicas: la asamblea, el ministro, la proclamación de la Palabra, la oración, los elementos que constituyen los sacramentos y los sacramentales.
El
signo fundamental de base es la asamblea litúrgica: se trata de una comunidad
de fieles, constituida jerárquicamente, que se reúne legítimamente en un lugar
determinado para una acción litúrgica y en la cual se realiza una presencia
salvífica particular de Cristo.[1]
CONCLUSIÓN
¿Se trata de una o varias presencias de Cristo en la liturgia? Se trata de una sola presencia de Cristo en la acción litúrgica que tiene diversos grados de intensidad, no de realidad.
Esta presencia multiforme de Cristo es no sólo presencia de la persona del Señor glorioso, sino también de su obra salvífica o misterio pascual que a través de los signos de su presencia continúa salvando al hombre.
Cristo
está presente y habita en su Iglesia por medio del Espíritu Santo, agente y
portador de la presencia del Verbo encarnado y glorificado en todo tiempo y
lugar, pero especialmente en los actos en los que Cristo y la Iglesia se
encuentran en la fe y en los sacramentos. Es, pues, el Espíritu Santo quien
hace posible que la liturgia sea continuación en el tiempo del sacerdocio de
Cristo, actor primero e invisible de toda acción litúrgica.
ORACIÓN FINAL
CANTEMOS NUESTRA FE
Cantemos nuestra fe y, al confesarla,
unidas nuestras voces de creyentes,
pidamos al Señor que, al proclamarla,
Himnos de la Liturgia de las Horas
inunde con su luz a nuestras mentes.
El gozo de crecer sea alegría
de servir al Señor, y su Palabra
simiente en crecimiento día a día,
que al don de su verdad el mundo abra.
Clara es la fe y oscuro su camino
de gracia y libertad en puro encuentro,
si crees que Jesús es Dios que vino,
no está lejos de ti, sino muy dentro.
Legión es la asamblea de los santos,
que en el Señor Jesús puso confianza,
sus frutos de justicia fueron tantos
que vieron ya colmada su esperanza.
Demos gracias a Dios, que es nuestra roca,
sigamos a Jesús con entereza,
si nuestra fe vacila, si ella es poca,
su Espíritu de amor nos dará fuerza.
Amén.
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